La Previsión Social Complementaria española en la encrucijada

José A. Herce

José A. Puertas

Socios fundadores de LoRIS

Hoy, millones de pensionistas necesitan rentas complementarias de sus pensiones de jubilación cada mes para alcanzar un nivel digno de pensiones. Mañana, millones de trabajadores actualmente a unos años de su jubilación los necesitarán también.


La Seguridad Social está haciendo todo lo posible (y hasta lo imposible) por mantener sus niveles de protección. Desde el presente ejercicio, se ha establecido por ley la protección contra la inflación mediante el ajuste anual de todas las pensiones con las variaciones del IPC. Incluso se ha establecido que, en caso de descenso del índice de precios, el valor nominal de las pensiones púbicas no descenderá, lo que equivale a que su poder adquisitivo aumentará.


Pero no puede hacer más. De manera que no es necesario acudir al recurso letal (para uno mismo) de que la Seguridad Social va a quebrar para impulsar la causa de la PSC. El sistema público de pensiones no quebrará, por mucho que se empeñen algunos en ello. Si algo amenaza a nuestras pensiones públicas es el celo de sus entusiastas, que están llevando (y exigiendo que se lleven) sus fórmulas de acumulación y desacumulación de derechos al límite de su resistencia.


A 31 de diciembre de 2021, según los datos de INVERCO, el sistema español de planes y fondos de pensiones tenía 9,5 millones de cuentas de partícipes y 128 millardos de activos bajo gestión, el 10,5% del PIB estimado en el ejercicio. Es decir, un patrimonio medio por cuenta que no llegaba a 13.500 euros. Esta cantidad es sensiblemente inferior a la que arrojaría una cuenta característica en el momento de la jubilación de su titular que podría cifrarse en aproximadamente el doble. Con un capital de menos de 30 mil euros, la renta vitalicia pura (sin reversión ni contraseguro alguno) podría alcanzar los 150 euros al mes.


El sistema de empleo cubría a 1,9 millones de asalariados. Es decir, al 11,36% de los asalariados existentes en nuestro mercado de trabajo a finales del ejercicio precedente. Cada uno de estos partícipes aportó, en media, 636 euros y su cuenta previsional tenía ahorros por valor de 19,591 euros.


En el sistema individual, existían 7,47 millones de cuentas de partícipes, aunque algunos menos partícipes propiamente dichos, de los que 1,2 millones son trabajadores autónomos. Datos, en realidad, mal conocidos. Cada cuenta de partícipe registró, en media, aportaciones por importe de 347 euros en 2021 y el ahorro acumulado en cada una de estas cuentas ascendía a 11.950 euros.


Si estos datos son reveladores de una limitada extensión de la PSC en España, aún más lo son, de su estancamiento, por no decir decadencia, la evolución que muestran los mismos. El pico de cuentas de partícipes se alcanzó en 2010, con 10,8 millones de cuentas de partícipes. Otro indicador elocuentísimo es el balance de aportaciones y prestaciones, que en 2021 alcanzó un saldo de -269,8 millones de euros, en medio de un grave descenso de las aportaciones a los planes individuales del 39,9% respecto a 2020 (el 31,1% para el conjunto del sistema).


Los datos anteriores son solo datos de etapa, porque en 2022 ya se está sufriendo una segunda rebaja del límite a la deducción de las aportaciones a planes individuales. Se constata, además, que la reducción de la deducción en los planes individuales no ha servido, contra l que se argumentaba, para aumentar las aportaciones a planes de empleo, que apenas han variado en 2021 respecto a 2020.


El síntoma más grave de la decadencia del sistema convencional de planes y fondos de pensiones lo constituye el hecho de que por primera vez, en los más de treinta años de existencia del actual ordenamiento de PSC, el saldo de aportaciones y prestaciones es negativo tanto en el sistema de empleo como en el individual. De continuarse esta tendencia, solo un comportamiento excepcionalmente bueno y continuado de los rendimientos podría evitar el progresivo descenso de los activos gestionados en el sistema, con el consiguiente descenso de las comisiones que determinan la salud financiera de la industria.


Además, del sistema convencional de planes y fondos de pensiones, existe un segmento muy importante de productos previsionales asegurados, tanto por las compañías aseguradoras como por las mutualidades de previsión social, cuyas reservas matemáticas y otros activos superan ampliamente a los activos del sistema de planes y fondos de pensiones, con similares cifras de asegurados y mutualistas, pero con un escaso conocimiento cuantitativo. A diferencia del vehículo previsional del sistema de planes y fondos de pensiones, mucho más delimitado funcional y fiscalmente, las soluciones previsionales aseguradas son muy heterogéneas, yendo desde productos que en nada se diferencian de los planes y fondos de pensiones de empleo, asociados o individuales, hasta primas y seguros de jubilación o seguros generales de vida y supervivencia.

En su conjunto, los activos previsionales (incluidas reservas matemáticas) no superan el 25% del PIB. Cuando en los países más avanzados en la materia alcanzan ampliamente el 100% o, incluso, el 200% de esta macromagnitud (Países Bajos). La aspiración de alcanzar en España el 50% del PIB en una generación (2050) se revela como un reto muy difícil de alcanzar. Si el 50% de la población activa (unos 11,6 millones de activos), hoy, estuviese cubierto por la PSC en España, para lograr el 50% del PIB, sería necesario disponer de ahorros de 610,5 millardos de euros bajo gestión, es decir 4,8 veces más de lo que tenemos en l sistema de planes y fondos de pensiones y exactamente el doble de lo que representan los activos previsionales totales incluidos los del sistema asegurador. Ello implicaría también activos de casi 53 mil euros por trabajador cubierto.

¿Es concebible que en algún momento de las próximas décadas nuestro país alcance tal grado de madurez de la PSC? Con las derivas actuales, como se ha visto, desde luego no.


Pero el gobierno ha remitido a las Cortes Generales, hace unas semanas, el Proyecto de Ley de regulación para el impulso de los planes de pensiones de empleo. Las dos principales medidas que se contemplan son (i) la promoción de Fondos Públicos de Pensiones de Empleo y (ii) la regulación de los Planes de Empleo Simplificados (PES), estos últimos de promoción privada. Estos vehículos se anuncian después de haber reducido sensiblemente el tratamiento fiscal de los vehículos individuales, existentes con el resultado que se ha comentado ya.

Los Planes de Empleo Simplificados son una verdadera novedad, pues sin estar obligados a adscribirse a los Fondo Públicos, pueden encuadrar a trabajadores autónomos devolviéndoles una porción, pero solo una porción, del tratamiento fiscal eliminado en los vehículos individuales antes aludidos, que siguen sin asimilarse a los nuevos PES, lo que discrimina severamente a las mutualidades de previsión social cuyos mutualistas llevan décadas encuadrados en esquemas asociativos y profesionales propios, bien gestionados y de larga tradición en nuestro país.


¿Lograrán los planes simplificados y los fondos públicos aumentar sensiblemente los ahorros previsionales de los trabajadores españoles?


Está por ver, pero ya se ha ilustrado con cifras elementales el enorme reto que esto implica. En la medida en que la nueva legislación que se prepara es avanzada y, hasta cierto punto, rupturista, debe recabar un voto de confianza. Pero nos parece que la eficacia y efectividad de estas nuevas medidas radica en que todo el entramado previsional existente pueda asimilarse a las nuevas modalidades, de forma que cualquier vehículo previsional, cuyo propósito es el de lograr buenos complementos de pensión para todos los trabajadores, tenga el mismo tratamiento fiscal y la misma condición normativa, sin excepciones.


No es necesario repetir, para terminar esta entrada, que ya hay millones de pensionistas que necesitan complementos dignos de pensión y que también hay millones de trabajadores cercanos a la jubilación que también los necesitarán. Precisamente aquellos que no tienen hoy una cuenta previsional complementaria porque, a pesar de los esfuerzos de reguladores y proveedores de este tipo de soluciones, solo una pequeña fracción de la población activa española, la más afluente en términos económicos, se ha podido permitir esta cobertura.


Las pensiones medias de las nuevas altas de jubilación del Régimen General de la Seguridad Social ya son mayores que los salarios medios de los trabajadores de menos de 35 años. Más vale que nos tomemos este dato en serio, porque la Seguridad Social, por mucho que hace, no lo puede hacer todo.

Fecha de publicación 

29/03/2022